Escribe Carlos Fisas en su libro «Intimidades de la Historia» un estupendo artículo sobre lo que otros autores en la historia hablaron de las mujeres.
Cuenta por ejemplo lo que la feminista francesa Louise Weiss explicaba en su libro Combats pour les femmes que «Una morena de brillantes ojos entró un día en nuestra oficina, sede de la asociación La Mujer Nueva y se ofreció para ayudarnos. «Espero que mis referencias serán suficientes -dijo-, he matado a mi marido.
O como explicaba Françoise Giroud que la mujer no será verdaderamente igual al hombre hasta el día en que para un cargo importante se designe a una mujer incompetente.
En el siglo XVIII un escritor, Drouet de Maupertuis, decía que las mujeres no aman ni a sus maridos, ni a sus hijos, ni a sus amantes, sino que se aman a sí mismas, y otro autor del mismo siglo afirmaba que la mujer había sido sacada de una costilla de Adán cerca de su brazo para ser protegida y cerca de su corazón para ser amada.
Dice Fisas que se ha hablado mucho de la mujer objeto, pero no es en brazos de los hombres cuando ellas se sienten objeto sino ante los ojos del médico.
De las obras de Honoré de Balzac extrajo los siguientes pensamientos:
«El instinto en las mujeres equivale a la perspicacia de los grandes hombres.»
«Ninguna mujer gusta de oír el elogio de otra mujer; en este caso se reservan la palabra final a fin de avinagrar el elogio.»
«Sentir, amar, sufrir, sacrificarse será siempre el texto de la vida de las mujeres.»
«Los errores de la mujer derivan casi siempre de su fe en el bien o de su confianza en la verdad.»
«La mujer tiene de común con el ángel que los seres que sufren le pertenecen.»
«Un hombre por malicioso que sea no dirá nunca de las mujeres tanto bien ni tanto mal como ellas mismas.»
«La mujer es la reina del mundo y la esclava del deseo.»
«Una mujer virtuosa tiene en el corazón una fibra de menos o de más que las otras mujeres: o es estúpida o es sublime.»
«Quien sabe gobernar una mujer sabe gobernar un estado.»
Otro autor del que habla es del italiano Baretti, del que apunta este texto:
«Muy equivocados en cuestión de mujeres están aquellos hombres que no saben que ellas aprecian más ser alabadas por sus cualidades mentales que por las corpóreas.»
También menciona a Alejandro Dumas. En «Los mohicanos de Paris» hizo popular una frase que generalmente se pronuncia en francés: «Cherchez la femme» (Buscad a la mujer). En el acto tercero, un policía dice: «En todos los asuntos hay una mujer; en cuanto leo el expediente digo: ¡Buscad a la mujer! Se busca a la mujer y cuando se la ha encontrado no se tarda en encontrar al hombre.»
También habla de esta frase que ha sido atribuida a muchos personajes, pero el original puede encontrarse nada menos que en Juvenal: «No hay causa alguna que una mujer no la mueva.»
Digan lo que digan los hombres es siempre la mujer la que les gobierna.
La compañía habitual de las mujeres es tan peligrosa como el uso inmoderado del vino: mata moralmente.
Hay siempre un rincón de silencio en las más sinceras confesiones de las mujeres.
Después Fisas se fija en lo que históricamente ha atraido físicamente. Él apunta lo que Brantôme consideraba perfecto:
«Para que una mujer sea hermosa y perfecta debe tener treinta bellezas. Tres cosas blancas: la piel, los dientes y las manos; tres negras: los ojos, las cejas y las pestañas; tres rojas: los labios, las mejillas y las uñas; tres largas: el cuerpo, los cabellos y las manos; tres cortas: los dientes, las orejas y los pies; tres anchas: el pecho, la frente y el espacio entre las cejas; tres estrechas: la boca, la cintura y los tobillos; tres gruesas: el brazo, los muslos y las pantorrillas; tres sutiles: los dedos, los cabellos y los labios; y tres pequeñas: los pezones, la nariz y la cabeza»
Según Calderón:
Que entre ingenio y hermosura el que puede elegir, debe, si para dama la hermosa, para mujer la prudente.
Y del mismo Calderón dos citas más:
Venciste mujer venciste con no dejarte vencer.
El que va a decir mujer empiece a decir mudanza.
Chamfort escribe: «Es necesario escoger: amar a las mujeres o conocerlas, no hay término medio.» «Las mujeres en el cerebro tienen una célula de menos; en cambio tienen una fibra de más en el corazón.» Y para rematar opina que por mal que un hombre pueda pensar de las mujeres no hay mujer que no piense todavía peor. (Chamfort no Fisas)