Posts Tagged ‘poesía’

Lucía Sánchez Saornil

septiembre 26, 2010

Poeta ultraísta que publicó sus primeros poemas en la revista Los Quijotes, en la que firmaba con el seudónimo Luciano de San-Saor. A partir de entonces publicó en las revistas más importantes de la época como Cervantes o Tablero, entre otras. Fue una activista anarquista de la CNT que al terminar la guerra civil fuel exiliada a Francia, a su regreso su poesía tomo un rumbo menos comprometido.

Nocturno de cristal

Los cisnes

cobijan la luna bajo sus alas.

¿Quién ha sembrado el fondo negro

de anzuelos de oro?

Las hojas de los árboles

sobre el estanque sueñan

con un viaje a ultramar.

Me ha tentado el suicidio

y al mirarme en el espejo

me ha espantado mi doble

ahogándose en el fondo

Enheduanna

enero 28, 2010

Enheduanna fue de una de las poetisas más tempranas del mundo. Nació en Ur cuando hacia apenas 300 años que se había desarrollado la escritura en Sumer en el actual sudeste de Irak hacia el año 2.354 antes de Cristo.

Vivió en Babilonia, su padre era Sargón, el creador de la dinastía sargoniana de la época. Enheduanna era la sacerdotisa de la diosa luna de Babilonia,  la comunidad se dedicaba a actividades como la panadería, carnicería y elaboración de cerveza y Enheduanna dirigía la actividad agrícola  y la pesca local.

Reina de todos los poderes concedidos

Desvelada cual clara luz

Mujer infalible vestida de brillo

cielo y tierra son tu abrigo

Eres la elegida y santificada, Oh tú

Grandiosa por tus galas

Te coronas con tu bondad amada

Suma sacerdotisa, eres justa

Tus manos se aferran a los siete poderes fijos

Mi reina, la de las fuerzas fundamentales

Guardiana de los orígenes cósmicos esenciales

Tu exaltas los elementos

Átalos a tus manos

Reúne en tí los poderes

Aprisiónalos en tu pecho

Escupes cual depravado dragón

Con tu veneno llenas la tierra

Aullas como el dios de la tormenta

Cual semilla languideces en el suelo

Eres río henchido que se precipita bajo la montaña

Eres Inanna

Suprema en el cielo y la tierra.

Sin embargo, sus funciones como Alta sacerdotisa fueron más importantes que su poesía,  fue la primera teóloga del mundo. En Sumeria y Babilonia los sacerdotes y sacerdotisas de las ciudades fueron los encargados de crear y controlar las disciplinas de astronomía y matemáticas y Enheduanna fue la principal dignidad en ambas disciplinas.

Con otros sacerdotes creó varios observatorios para ver la luna y las estrellas, en el interior de los templos religiosos y representaron mapas de los movimientos de algunos cuerpos celestes. También ayudó a crear uno de los primeros calendarios religiosos que hoy en día se utilizan para calcular las Pascuas cristianas y hebreas, y otros eventos religiosos.




Poema de Tagami Kikusha-Ni (1753-1826)

enero 21, 2009
Deseo partir
3b15cb41Peinada de luna
Bajo el cielo errante

Todo mi cuerpo
En este otoño se siente
Crepúsculo en la lluvia

Tomando el fresco sobre el puente
La luna y yo
Quedamos solas

En mi sombrero
En lejanas montañas
Sonido de hojas

Poema de Alfonsina Storni

noviembre 9, 2008

arregfoto3Alma Desnuda

Soy un alma desnuda en estos versos,

alma desnuda que angustiada y sola

va dejando sus pétalos dispersos.

Alma que puede ser una amapola,

que puede ser un lirio, una violeta,

un peñasco, una selva y una ola.

Alma que como el viento vaga inquieta

y ruge cuando está sobre los mares

y duerme dulcemente en una grieta.

Alma que adora sobre sus altares

dioses que no se bajan a cegarla;

alma que no conoce valladares.

Alma que fuera fácil dominarla

con sólo un corazón que se partiera

para en su sangre cálida regarla.

Alma que cuando está en la primavera

dice al invierno que demora: vuelve,

caiga tu nieve sobre la pradera.

Alma que cuando nieva se disuelve

en tristezas, clamando por las rosas

con que la primavera nos envuelve.

Alma que a ratos suelta mariposas

a campo abierto, sin fijar distancia,

y les dice: libad sobre las cosas.

Alma que ha de morir de una fragancia,

de un suspiro, de un verso en que se ruega,

sin perder, a poderlo, su elegancia.

Alma que nada sabe y todo niega

y negando lo bueno el bien propicia

porque es negando como más se entrega.

Alma que suele haber como delicia

palpar las almas, despreciar la huella,

y sentir en la mano una caricia.

Alma que siempre disconforme de ella,

como los vientos vaga, corre y gira;

alma que sangra y sin cesar delira

por ser el buque en marcha de la estrella.

Safo de Lesbos (VI a.C.)

octubre 10, 2008

Poetisa que nació en la isla de Lesbos. perteneciente a la aristocracia, sufrió un tiempo de exilio en Silicia por un enfrentamiento familiar con el tirano Pítaco de Mitilene.

Mujer de gran belleza, tocaba la lira, con la que acompañaba sus composiciones poéticas. Se casó con un rico comerciante y, al quedar viuda y libre de obligaciones, fundó una escuela para mujeres jóvenes, donde daba clases de literatura, música, danza… No está suficientemente probada la hipótesis sobre el amor que sintió Safo por alguna de sus discípulas.

Platón la consideraba «La décima musa». Escribió miles de composiciones, llegándonos a través del tiempo una pequeñísima parte, apenas se conservan unas 60. Tras su muerte,  se acuñaron monedas con su busto y los atenienses le hicieron una estatua de bronce.

«Quisiera estar muerta, y no miento;
ella me abandonó entre sollozos
y entre otras cosas me dijo:
«ay , qué terrible es lo que nos pasa,
Safo, créeme que te dejo contra mi deseo».
Y yo le respondí: ve con bien
y acuérdate de mi,
pues sabes cómo te queríamos;
y si tú no, yo en cambio sí
quiero recordarte…
cuántos bellos momentos disfrutamos;
pues muchas coronas de violetas,
de rosas y también de azafranes
…junto a mí ceñiste,
y con muchas guirnaldas de olor
hechas de flores y trenzadas,
rodeaste tu cuello delicado;
y de abundante y cremoso ungüento
de brento y real perfumabas
a placer tu cabello;
y sobre blandos lechos
junto a suaves…
disipabas el deseo…»

Tú en el alto del balcón…

septiembre 26, 2008

Josefina de la Torre poeta de la generación del 27

Tú en el alto balcón de tu silencio,
yo en la barca sin rumbo de mi daño,
los dos perdidos por igual camino,
tú esperando mi voz y yo esperando.

Esclavo tú del horizonte inútil,
encadenada yo de mi pasado.
Ni silueta de nave en tu pupila,
ni brújula y timón para mis brazos.

En pie en el alto barandal marino
tú aguardarías mi llegada en vano.
yo habría de llegar sobre la espuma
en el amanecer de un día blanco.

Pero el alto balcón de tu silencio
olvidó la señal para mi barco.
Y me perdí en la niebla de tu encuentro
-como un pájaro ciego-, por los años.