Archive for the ‘S XVIII’ Category

El círculo Bluestockings

septiembre 16, 2010

Algunos historiadores dicen que las medias azules que vestían sirvieron para que llamaran Bluestockings de forma peyorativa a un grupo de mujeres intelectuales del s XVIII que se reunía en Londres.

El círculo Bluestrockings lo formaron un grupo de damas de la alta sociedad cansadas de las reuniones sociales en las que los hombres se apartaban para hablar de política y otros temas importantes, mientras ellas vestidas con sus medias negras de seda se mantienían al margen y se dedicaban a entablar conversaciones más banales. Pero las mujeres de la alta sociedad tienen una buena formación académica y se aburren y es en este contexto es en el que las mujeres deciden realizar sus propias reuniones.

Para otros historiadores este nombre se les dio porque Elizabeth Vesey, una de las fundadoras del círculo, invitó al botánico Benjamin Stillingfleet a una de sus reuniones. Stillingfleet le respondió que no iba correctamente vestido puesto que llevaba unas medias azules, pero Vesey insistió diciendo que ellas llevaban las medias de lana que se usaban en las situaciones informales. Desde entonces Benjamin formó parte del grupo.

Sus acciones fueron revolucionarias, pero sus ideas eran conservadoras, no hay que olvidar que eran damas de alta alcurnia. Se ocupaban de cuestiones humanitarias conservando un perfecto rigor moral e intelectual manteniéndose al margen de vicios y pasiones, uno de sus objetivos fue ayudar a mujeres que quisieran instruirse a las que por su situación económica y social no les era posible.

En sus reuniones estaba prohibido hablar de política, su discusión principal fueron la literatura y el arte y a algunas no les fue tan mal porque consiguieron publicar sus obras literarias, como Elizabeth Carter que publicó sus ensayos y poemas y también tradujo a Epícteto.

Para saber más http://www.faculty.umb.edu/elizabeth_fay/archive2.html

La marquesa de Pompadour, amante real

May 30, 2010

Nadie podía imaginar cuando nació en París Juana Antonieta  Poisson en el año  1721 que iba a convertirse en la maitresse en titre de Luis XV. O lo que es lo mismo la amante oficial y reconocida elegida por él, su favorita. Y nadie lo podía imaginar porque era hija de Francisco Poisson,  acusado de malversación de fondos y condenado que en 1727 huyó a Hamburgo y no regresó a París hasta 1739.  Juana Antonieta para poder continuar sus estudios se instruyó en un convento de ursulinas. Además la futura marquesa educa su voz,  descubre los secretos de la danza, y aprende reconocer las técnicas del dibujo y la literatura mientras se va convirtiendo en una joven que por su belleza va a llamar la atención de nobles y villanos.

El primer matrimonio de Juana Antonieta fue con el hijo del tesorero de la Casa de la Moneda, Carlos Guillermo, con quien se casó en 1741. El primer hijo del matrimonio nació a los nueve meses murió al poco tiempo, sin embargo en 1744 nació su hija Alexadrine. A Juana Antonieta le gusta pasar grandes temporas en el Castillo de Étioles, cerca del bosque de Sénart, lugar donde a Luis XV le gusta ir de caza y donde el 25 de febrero de 1745 se celebró una fiesta por todo lo alto y un gran baile de máscaras en honor al matrimonio Dauphin reunirá a Juana Antonieta y a Luis XV por primera vez.

En julio de 1745 Juana Antonieta se instala en las Tullerias, la nombran  Marquesa de Pompadour, ya se había separado legalmente de Carlos Guillermo y en septiembre fue presentada ante la Corte de Versalles, era la amante oficial de Luis XV. Nunca se había visto rodeada de tantas personalidades como por ejemplo  los hermanos París, el Cardenal de Tencin o el Cardenal Richelieu.

Los encuentros íntimos con el rey duraron poco tiempo, se dice que solamente hasta 1751, y que incluso le permitió mantener relaciones con otras mujeres jóvenes con la finalidad de mantener su estatus. Pero Madame Pompadour continuó siendo la confidente  del rey hasta su muerte, preparaba informes políticos y los ministros y el rey acudían a sus aposentos para entablar conversaciones políticas. Entre otras cuestiones aconsejó las alianzas entre Prusia y Austria que provocaron la Guerra de los Siete Años.

Era una mujer de un gran gusto y muy culta, conocía a los autores de su época, dibujaba con habilidad y había recibido lecciones de canto con algunas de las estrellas de la Ópera de París.  Le fue fácil convertirse al mecenazgo, recibía a los escritores en el entresuelo del intelectual Quesnay, su médico.  Ayudó a Diderot y protegió a los enciclopedistas, dio trabajo al pintor Boucher y a muchos artesanos que trabajaban la porcelana de Sèvres. Organizaba espectáculos en la corte , toda clase de espectáculos. Supervisó monumentos como la Plaza de la Concordia y el Pequeño Trianón. Compró el Hotel d’Evreux, al que conocemos hoy como Palacio del Elíseo.

Madame de Pompadour tenía cuarenta y dos años en febrero de 1764. No se encontraba bien  y a menudo tenía problemas de corazón. Durante su estancia en Choisy cogió un resfriado, pero era algo más que un simple resfriado. El 29 de febrero escupía sangre, el diagnóstico de los médicos fue muy claro: la marquesa tenía neumonía.

Había pasado una semana sin señales de mejora, Luis XV se mantenía junto a su lecho tanto tiempo como le era posible porque aunque Madame Pompadour ya no era su favorita, era sin lugar a dudas, su mejor amiga. El 10 de marzo el médico cree que no hay nada que más que hacer, sin embargo se recuper y el 24 de marzo mejora y regresa a Versalles. En la tarde del  7 de abril, la marquesa sufrió una recaída, tenía gran dificultad para respirar.

Muere la mañana del 15 de abril a las nueve y media. Según un protocolo establecido por Luis XIV, sólo los reyes y príncipes pueden morir en  Versalles. Sin embargo la marquesa de Pompadour murió en Versalles gracias a la gran amistad que durante 20 años le había unido a Luis XV. Discretamente y en silencio, la llevaron enseguida a su mansión.

Los funerales fueron oficiados en Notre Dame, el interior estaba completamente revestido de negro. Ni el mal tiempo, ni la lluvia, ni el viento pudieron evitar que Luis XV esperara en el balcón de mármol de la corte de del castillo sin poder apartar la mirada de la avenida París. El rey no se movió de allí hasta que desapareció el cortejo fúnebre y a su paso gritó: «Estos son los únicos honores que yo puedo rendirle. Piensénlo, una amiga de veinte años! «