La palabra cosmética procede del griego kosmetés, que pone en orden o que adorna.
En la prehistoria la mujer se aplicaba colores rojos en la cara, algo que siguen realizando muchas culturas primitivas en la actualidad. Las sociedades asiáticas quemaban materiales aromáticos en los templos públicos y en los hogares, sembrando las primeras semillas de lo que más tarde serían los perfumes.
Pero es el antiguo Egipto del año 4.000 a.C. el que puede ser considerado la cuna de la ciencia cosmética. Durante esta época las mujeres aplicarán una pasta de mineral de cobre verde brillante para proporcionar color y definición a sus rostros. Ellos usarán aceites perfumados y crema de grasa de oveja, plomo y hollín para pintarse las cejas.
En Grecia, año 1.000 a.C., la clase alta ocultaba la falta de aseo debajo de una peluca, en su afán por estar a la última utilizaba productos con ingredientes peligrosos para la piel que a la larga traían serias consecuencias, se estaba llegando a unos extremos que preferían usar un cosmético que lavarse la piel. Este fue el caso de ambos sexos. Las mujeres eligieron arcillas con ocre rojo de hierro para el lápiz labial y se extienden la palma de la mano con henna rojiza para verse más jovenes. Poco a poco se irá generalizándo el uso del jabón.
En el año 100 d.C en Roma era habitual tomar baños de barro rodeado con excrementos de cocodrilo para quién sabe qué fin. Los hombres con frecuencia se teñían el cabello de rubio. Tenían esclavos cuya función especial era aplicar sus cosméticos. En el Imperio Romano la cosmética se considerará un componente de la medicina, Galeno se hizo famoso por su fórmula contra la piel seca y las arrugas.
Ya en el siglo XIV en la Inglaterra isabelina el cabello teñido de color rojo estaba de moda. Muchas mujeres se ponían claras de huevo para tener un rostro blanco y dormían con filetes de carne de vacuno en bruto en sus rostros para deshacerse de las arrugas.
En el siglo XV un rostro blanco era signo de distinción y lo fue hasta aproximadamente el siglo XVII. En Europa, se utilizaron los cosméticos, pero sólo la aristocracia podía acceder a ellos. Italia y Francia se convirtió en el centro neurálgico de su fabricación. En Francia se intentaba perfeccionar el arte y la creación de nuevos perfumes y cosméticos, por mezclas de ingredientes. Este laborioso proceso dio lugar no sólo a los medios modernos para la producción de cosméticos, también de asesinatos en serie. Lo conseguían con una mezcla de carbonato, hidróxido y óxido de plomo. En nuestros días es bien conocida la toxicidad del plomo y en aquella época los cosméticos para empolvarse la cara podían producir parálisis muscular e incluso la muerte cuando se utilizaban varias veces.
En el siglo XVII empezó a utilizarse el óxido de zinc aunque eran capaces de hacer otro tipo de locuras para intentar estar a la moda, tales como intentar desangrarse con sanguijuelas o haciendo el vacío presionando un vaso contra la piel.
En los siglos XVII y XVIII los cosméticos son de uso generalizado, excepto por los más pobres de la sociedad. El lápiz de labios rojo se utiliza ampliamente para sugerir buena salud, riqueza y glamour.
En el siglo XIX Francia desarrolla nuevos procesos químicos para sustituir fragancias hechas por los métodos naturales. El óxido de cinc es ampliamente utilizado como polvo facial en substitución de la más mortal de las mezclas de plomo y cobre utilizada anteriormente. Otras sustancias venenosas todavía se utilizan en sombra de ojos, por ejemplo el sulfuro de mercurio o la belladona.
En 1920 en Estados Unidos los productos cosméticos y fragancias se fabrican, y comienzan a ser comercializados a gran escala. Es cuando el mercado de los cosméticos empieza a ganar dinero. Y en 1927 se inventó el líquido que permitía que pelo permaneciera ondulado de forma permanente.
Pero a Coco Chanel le gustaba tomar el sol y en el siglo XX se puso de moda el color tostado de la piel. El color de piel de Coco decían algunos.